domingo, 7 de junio de 2020





El tercero por la izquierda, con polainas y un cigarro, Julián Mur. (Propiedad de Hilario Borau)


Los Ciervos Rojos en el embrión de la 43ª 

División republicana

Antonio Gascón Ricao

 

Preámbulo

Se van a cumplir en estos días casi 43 años de una conversación concreta, que tuvo lugar durante el proceso de elaboración de mi primer libro[1].  Momento en que apareció por primera vez el nombre de una unidad militar republicana, que ubicada en el frente de Huesca,  había sido bautizada con el  ecológico nombre de: Los Ciervos. En el contexto de aquel mismo relato aparecieron dos nombres más de otras unidades republicanas, implicadas en el mismo frente: Los Saltamontes y los Nibelungos. 

 

Aquellos tres nombres, hasta entonces desconocidos, surgieron de forma espontanea a lo largo de una charla que mantuvimos de una parte, Roentgen Edison Beltrán, hijo del Esquinazau,  y  el autor que suscribe, y de la otra Hilario Borau, capitán ayudante de Beltrán, natural de Canfranc y anarquista de corazón, acompañado de Ricardo Sánchez, de casa Bayona, teniente  en la 43ª  y  compañero de fatigas durante la época más dura de Antonio Beltrán en el PCE. Pero la persona que dio a conocer los detalles fue Borau,  hombre de palabra fácil y verbo fogoso, mientras que Sánchez, que era un hombre un punto  adusto, limitó su papel  a corroborar aquella información, cabeceando levemente. Información por tanto oral, que he necesitado años hasta poder llegar a comprobarla con documentos, pero no del todo ni en todos los extremos.[2] He aquí el resultado de aquel viaje al conocimiento.

 

El origen de Los Nibelungos

Según el testimonio de Hilario Borau, cuando el grupo de Los Nibelungos se formó estaba compuesto por milicianos que en su gran mayoría procedían del barcelonés barrio marítimo de El Poblenou, de larga tradición anarquista[3]. Prueba de ello es que en él vivían, por ejemplo, los hermanos Ascaso, Buenaventura Durruti, o Ricardo Sanz.  Gentes que fueron los primeros en salir a las calles de Barcelona para hacer frente a los fascistas sublevados el 18 de julio de 1936[4].

 

Por cuestiones de conveniencia mutua aquel mismo grupo de anarquistas barceloneses acabó fusionado con otro grupo de 21 jacetanos, huidos todos de Jaca al inicio de la guerra, destacaban entre ellos: Antonio Beltrán, “el Esquinazau”, Francisco Cavero, “el taxista de Canfranc”, socio de Beltrán en negocio del transporte, o Ricardo Sánchez, “el de casa Bayona”, o el propio Hilario Borau, afiliado en su caso a la CNT.  Grupo que tras su apresurada marcha de Jaca, y tras pasar la frontera hacia Francia, acabaron aterrizando en Barcelona, pero llegando a la misma bajo el mando implícito de Julián Mur[5], el  alcalde de aquella población, que era el que había sido organizador y director de la resistencia al golpe militar del 18 de julio de 1936 en Jaca. Pero una vez el grupo consiguió el apoyo de un oficial de asalto paisano del terruño, Nicanor Felipe, materializado en unas pocas armas largas y un camión, el grupo en masa decidió regresar de nuevo a Aragón, menos el anarquista Borau que se enroló voluntario en la expedición a Mallorca del capitán Bayo.

 

 Tras pasar por Sariñena y Barbastro, la pequeña tropa acabó acampando en Mediano (Huesca), hoy en día un pueblo sumergido en el pantano del mismo nombre, donde un poco antes de la llegada del grupo, un centenar de obreros que trabajaban en las obras de dicho pantano, habían decidido marchar a ocupar Cotefablo, cuyo túnel  estaba en construcción, un túnel que  debería comunicar Broto con Biescas.  En Boltaña, sobre las mismas fechas había acampada una compañía de carabineros que se había declarado fiel al bando republicano, y el comité revolucionario local lo dirigía un tal Antonio Used[6].

 

Poco tiempo después, jacetanos, anarquistas barcelonés y algunos carabineros, decidieron marchar todos juntos a Cotefablo, donde improvisaron unas barracas donde vivir, o simularon emplazar unos cañones, con la oportuna ayuda de unos tubos de conducción de aguas que mimetizaron, y cuyas bocas de “fuego” parecían apuntar directamente a Yesero, donde estaba atrincherado el enemigo. Tal vez por ello, el día que  aquella tropa republicana decidió asaltar aquel pueblo, simulando incluso disparos de cañón con la oportuna “ayuda” de cartuchos de dinamita, el enemigo huyó en masa sin plantarles cara[7].

 

Yesero, segundo por la izquierda, Juanito Lacasa, el quinto sentado, 
Hilario Borau (Propiedad: Hilario Borau)

 

Ocupado Yesero, los grupos allí reunidos decidieron organizarse como milicias regulares formando “centurias”, nombre que se dio a los grupos de combatientes cuando su número alcanzaba más o menos el centenar. Una unidad por tanto muy similar a las clásicas compañías del ejército español. Por otra parte, cuando estuvieron constituidas las unidades, por votación se decidió que todas estuvieran bajo un mando único, que en suerte correspondió a un asturiano llamado Emilio Fernández. En opinión de Borau aquella decisión no obedeció al hecho de que Fernández estuviera más preparado que otros, sino simplemente porque tenía más hombres bajo sus órdenes que el resto de los grupos[8].

 

Los Saltamontes

Una de aquellas primeras centurias que se formó durante aquellos días fue la de Los Saltamontes[9], unidad que quedó adscrita desde el principio a la llamada Columna Alpina, en su caso dependiente en aquel tiempo de la Generalitat de Cataluña. Prueba de ello es una carpetilla, en cuya tapa figura que dicha Columna Alpina dependía del Consejero de Defensa de la Generalitat, y por orden del mismo, del Jefe de Servicios Técnicos: en su caso del oficial Vicente Guarner, hombre de confianza de Companys, en fecha tan lejana como era el 29-1-1937[10].

 

De hecho según la documentación conservada[11], las centurias tendrían que estar compuestas  por 1 capitán, y un delegado político. A los que habría de sumarse 3 tenientes, uno por cada sección. Seguidos de tres sargentos por sección. Y 6 cabos también por sección, hombres a los que habría que añadir los milicianos rasos o la gente de Servicios. En total y  en cifras harto optimistas, la centuria debería tener aproximadamente 215 hombres.

 

Una de las secciones de Los Saltamontes, en su caso la primera, fue puesta bajo el mando de Juan Lacasa Lardiés, alias  Juanito [12], uno de los obreros especializados que habían trabajado en el pantano de Mediano. Tiempo después el mismo personaje será nombrado, durante la Bolsa de Bielsa, jefe de la 130ª Brigada Mixta. Pero finalmente el conjunto de las tres centurias que componían Los Saltamontes, acabaron bajo el mando conjunto de Julián Mur. Y por ello Mur se pondrá a su frente, al tener lugar el fracasado asalto republicano a Gavin del 27 de noviembre de 1936, donde el cual Mur perdió la vida.

 

En la actualidad, en el Museo de Bielsa se conservan dos listas de  revista de varias secciones de dicha unidad, las mismas que en su día debió conservar Juanito Lacasa, listas que al final han pasado a formar parte, por donación, de los fondos del Museo[13]. La prueba documental de la existencia de Los Saltamontes como unidad ya se hizo pública el año 2005, dentro del libro, La bolsa de Bielsa. El final de la república en Aragón[14].

 

Los Ciervos

En el caso concreto de Los Ciervos, sobre los cuales hoy en día seguimos sin contar con documentación directa, la buena noticia pasa por el hecho, de que gracias a la generosidad de un donante[15], ha aparecido una nueva documentación en la cual se cita a dicha unidad en diversas ocasiones. Y los motivos de aquellas referencias pasaron por el carácter que al parecer gastaban sus componentes, ya que todo apunta a que eran algo conflictivos al estar en una bronca casi continua con la 4ª compañía del Batallón Alpino. Formación última que en su caso estaba compuesta por una  gran mayoría de catalanes pertenecientes al Regimiento Pirenaico nº 1 de Cataluña, grupo en concreto que en Barcelona había llevado el nombre de 5ª Centuria de las Milicias Pirenaicas, y que desde su llegada a Huesca  acabó rebautizada como 4ª Compañía del Batallón Alpino, y por lo tanto dependientes en su caso de Barcelona. Asunto que el actual autor ya tocó en extenso en otra obra del mismo año  2005[16].  

 

El Batallón Alpino.

Gracias de nuevo  a la información aparecida, por cortesía del hijo de José María Benet, jefe de los pirenaicos, ahora por fin se puede tener una visión clara de la composición real del llamado Batallón Alpino, que a la luz de nuevos documentos, habrá que reconocer que alcanzaba un tamaño hasta ahora desconocido. De ahí que ahora se pueda afirmar con pruebas documentales, que el 10 de enero de 1937 aquella unidad, que ocupaba el “sector norte-frente aragonés”, contaba con 650 hombres. Número más que suficiente para que  pudiera tener la categoría de Batallón.

 

En el plano del armamento, el batallón (Bon.) Alpino estaba dotado con 347 “Máuseres” (sic); 38 “Remington”; 4 “fusiles ametralladores”; y 1 única “Ametralladora”. No tenían ni granadas, ni “bombas” (sic). De cartuchos tenían 30.000.- para Máuser;   9.000.-  para Winchester” (sic) y 1.800 para Remington. También en dicho informe se especificaba que los fusiles ametralladores eran  modelo Winchester.

 

De hacer un análisis de aquel estadillo, de los 650 hombres con los que contaba el Bon. Alpino, 265 hombres estaban sin armar, o 38  estaban armados con un puñado de fusiles Remington, posiblemente del modelo 1871/1889, muchos de ellos salidos en aquellas fechas en general de los cuarteles de la guardia civil, pero de hecho un arma ya entonces obsoleta, pero no había otra cosa. A destacar la carencia absoluta de granadas, o lo corto de la munición. Pero la sorpresa ha sido que el jefe del Bon Alpino era en enero de 1937 el “comandante” Antonio Beltrán Casaña, el Esquinazau, y como Comisario estaba José Plans Moldus, un catalán[17].    


La composición del Batallón Alpino.

Durante años, el presente autor, ante la falta de noticia documentales se  tuvo que dedicar a la especulación, al respecto del despliegue de las compañías alpinas que sucesivamente se estuvieron enviando desde Cataluña a aquel frente, y siempre en base a comentarios o a informaciones sueltas, llegando a  la conclusión de que aquel batallón Alpino, al mando de Beltrán, podría haber estado formado por 4 compañías con unos 160 hombres cada una. Lo decimos porque en concreto la 4ª compañía, que será la protagonista involuntaria de esta historia, era una unidad llegada directamente de Barcelona  durante los primeros días de diciembre de 1936,  

 

Matizando que en su caso se trataba de la 5ª Centuria del Regimiento Pirenaico, que acuartelada y ociosa hasta aquella fecha en Barcelona, después de descubrirse el complot de noviembre contra Companys[18], pasó en el silencio más absoluto al frente del Alto Aragón, quedando allí bajo el mando de Mariano Bueno. Su llegada significó que las unidades destinadas por Benet a aquel sector alcanzaban a cuatro compañías, o lo que es lo mismo, un batallón denominado en Barcelona como  “Primer Batallón Alpino”.


Beltrán en Molino Villobas (Propiedad, Elena Legaz)


La primera compañía de aquel mismo batallón  muy probablemente la formó gente del llamado  en Cataluña, Alpino de Sabadell, pues aquel fue el nombre que se le dio, unidad que en sus inicios estaba compuesta por unos 70 jóvenes pertenecientes al Ateneo Sindicalista de aquella población, que destinado al frente de Aragón, partió acompañado por el propio Josep Mª Benet, jefe de los alpinos catalanes, en persona al tener Benet orden superior de poner aquel grupo a disposición de las unidades milicianas locales que desde el primer día de la guerra combatían a la vista de Jaca.


A su llegada a Caspe, la columna catalana fue recibida en la estación del ferrocarril por un miliciano aragonés llamado Antonio Beltrán Casaña, el Esquinazau, futuro jefe de la 43ª División, que en su caso sería el encargado de ellos, por decisión del mando del Sector Pirenaico, afincado en Barbastro y dirigido en aquel entonces por el coronel Villalba, del cual Beltrán había recibido la orden de que se hiciera cargo de ellos y se los llevara  a Torla, donde  no paraban de producirse una serie de conflictos entre la población civil y un grupo de los denominados “incontrolados” procedentes de Barcelona, y a los que Beltrán, con la ayuda de Benet, tenía como misión reducir, como así se hizo. Aquella primitiva unidad se vio incrementada en dos ocasiones más, con jóvenes procedentes también de Sabadell, pero en la última perteneciente a las JSU del PSUC.[19]

 

Más tarde, mediado el mes de septiembre de 1936, también el propio Benet, enviará a Aragón, tras la fracasada invasión de Mallorca, y el consiguiente regreso de parte de las tropas a Barcelona, otra parte  se dirigió al puerto de Valencia, una  nueva compañía formada en aquella ocasión por gente de ERC, sacándola de aquel modo de los problemas que estaban sufriendo en Barcelona durante aquellos mismos días, al estar siendo hostigados por la  CNT.

 

De aquel modo las cuatro compañías, que según Peraferrer, en su caso comisario de la 4ª Compañía, componían el Batallón Alpino, englobaban en su seno los dos o tres grupos de Sabadell, como mínimo 175 hombres, la antigua compañía de Estat Català, más la 5ª Centuria de las Milicias Pirenaicas, pero que en todos los casos dependían en primer lugar del mando del Alto Aragón (Mariano Bueno), y a su vez dependían orgánicamente de Benet jefe del Regimiento Pirenaico nº 1 de Cataluña, con cuartel general en el antiguo colegio de los escolapios, sito en la calle Balmes de Barcelona, tal como se podrá ver con detalle gracias a la correspondencia rescatada.

 

Un tiempo después aquel mismo Batallón Alpino, juntamente con el denominado Batallón “Alto Aragón”, luego 517, llegaran a conformar la denominada de forma oficial Agrupación Alpina, al mando del comandante Mariano Bueno, que tenía a su vez como jefe de estado mayor a Pascual Miñana de la Concepción,[20] mientras que su comisario político era el diputado socialista por Huesca y jaqués Julián Borderas Pallaruelo.

Según testimonios, dichas compañías alpinas, dependientes de Barcelona y situadas en aquel frente aragonés, durante un primer tiempo fueron asignadas a los pueblos de Aso y Nerín, al oeste de Broto, para pasar después al frente de Sabiñánigo en su parte sur, al estar afincadas estas en Castiello de Guarga, Molino de Villobas o Molino de Escartín, en el curso del río Guarga o de la carretera que conduce a Boltaña, empalmando por su flanco sur con una columna de milicianos de la CNT denominados “los Ciervos”, asentados en su caso en las cercanías de Montrepós, lugar desde el cual aquella unidad se alargaba hasta la Sierra de Guara, mientras que por el norte los pirenaicos enlazaron primero, con la Centuria “los Saltamontes” y más tarde con el Batallón “Alto Aragón”.   

Por otra parte, hemos tenido la suerte de que  se conservase un documento redactado en Barcelona por el comisario del regimiento Pirenaico, en su cuartel general, el día 2 de marzo de 1937, en el cual se recogía el despliegue táctico de aquella unidad, y la dependencia tanto militar como administrativa del sector del Alto Aragón de la comandancia de Barcelona.

“….cuidan de la vigilancia de fronteras los batallones y compañías siguientes, Regimiento Pirenaico nº 1 con sectores en La Molina, Port-Bou, Figueras, Olot y Boltaña (Huesca). El Batallón Alto Aragón que opera en la frontera situada al Norte de Jaca. La Compañía Saltamontes que opera en Cotefablo. Batallón Alpino que opera en Aso, Batallón los Ciervos que opera en la Sierra de Guara. Dos compañías alpinistas (sic) con servicio fronterizo  en Vall de Arán. Otra centuria en servicio fronterizo en Bellver. Una compañía  Alpinista que actúa en servicio fronterizo en San Lorenzo de Morunys (Lérida), así como muchas centurias que actúan de forma diseminada y sin ligazón alguna”[21].

 

En resumen: en marzo de 1937, Los Saltamontes, se desplegaban en Cotefablo, el Batallón Alpino, en Aso y Los Ciervos en la Sierra de Guara. Tal como se puede observar en ningún momento de aquel informe se habla para nada de las ahora tan renombradas, Milicias Aragonesas de Jaca, puesto que no aparecen en el documento de Barcelona,  Es más, los únicos sitios donde aparece citada aquella supuesta unidad, es en dos publicaciones modernas, subsidiarias la una de la otra, pero en ambos casos sin apoyatura documental que justifique la existencia real de una unidad con semejante nombre[22]. Obras ambas a las que algún día habrá que dedicar unas reconsideraciones desde el plano positivista, y siempre en pro del esclarecimiento de la Memoria Histórica de Aragón.      

 

El Batallón Alto Aragón

En orden de entidad, dentro del actual fondo documental ahora recuperado, estaba el Batallón Alto Aragón, que en su caso ocupaba el Sector norte del frente aragonés. Unidad que el  día 31 de diciembre de 1936  estaba compuesta por un total de 695 hombres. En lo que hacía a su armamento, aquel batallón tenía a su disposición 228  “Máuseres” (sic), 60 “Remington”, 5 “fusiles ametralladores”, y 1 única “Ametralladora”. No tenían ni granadas, ni “bombas” (sic). De cartuchos, 13.000.-  para Máuser, y 23.760.- para Winchester” (sic)[23].

 

 

 

De  recapitular, en el Alto Aragón había un total de 407 hombres sin armar, pero en el orden numérico tenía 45 hombres más que el Batallón Alpino. En cuanto al armamento, y a pesar de tener en nómina más hombres que el Alpino, tenía comparativamente 119 máuseres menos que su homónimo. Sin embargo el Alto Aragón  ganaba al Alpino al tener 22 fusiles Remintongs más, por uno en lo que hacía en el caso de los fusiles ametralladores. Sin embargo,  empataban  en granadas o en bombas, al estar ambas unidades a cero, pero perdiendo de nuevo el Alto Aragón, con respecto al Bon. Alpino, en el número de cartuchos de Máuser, aunque  ganando por goleada en cartuchos Winchester.  En fin, tal como se cantaba en la conocida canción “Ay Carmela”. “nada pueden hacer bombas donde sobra corazón”. En el caso del Alto Aragón, el “comandante” era nada más y nada menos que Nicanor Felipe, el mismo personaje que en Barcelona había “regalado” a la gente de Jaca las armas y el camión, mientras que el delegado político era Estanislao Aznarez, un desconocido.

 

La centuria de  Los Ciervos

La tercera unidad en discordia que operaba en el sub-sector norte, pero ahora documentada, y tal como nos dijo en su día  Borau, era la “centuria” de Los Ciervos, que el 10 de enero de 1937 estaba compuesta por 160 hombres, armados con 85 Máuseres, 50 Winchesters (sic), más 15 Rémington, y 1 fusil ametrallador. De granadas 0, pero de “bombas” 200. Cartuchos Máuser, 15.000.-, de Winchester 5.000.  Por el contario de Rémington 0.

 

De hacer ahora cuentas, aquella centuria era la mejor dotada en lo que hacía a fusilería, pues solo 10 hombres no tenían armas, y de “bombas” tenían 200, a la inversa de sus hermanas, aunque se desconoce de qué tipo de bomba en concreto se hablaba en aquel informe. En cuanto a la  cartuchería, tenían la suficiente tanto para Máuser como para Winchester, con la salvedad de que los Rémington, como no se pensara utilizarlos como cachiporra, de nada servían, pues no había munición para ellos. En cuanto a mandos el “comandante” de la centuria era Manuel Ramos, y el delegado Estanislau Aznarez.

 

Pero hay un detalle que no se debe perder de vista. El 10 de enero de 1937, aquella unidad es calificada “centuria”, algo evidente pues se trata de 160 hombres. Sin embargo, tal como hemos visto, el 2 de marzo de 1937 el comisario del Regimiento Pirenaico los denomina Batallón. O sea, una unidad con 4 compañías, y algo de esto pudo haber. Pues confirmando lo primero, Maldonado recoge en su libro que los Ciervos era una Centuria[24]. A la inversa de lo que se aprecia en el archivo Pares (Portal de Archivos Españoles), donde se da cuenta de que  se conserva cierta documentación que dice así: Batallón Los Ciervos Rojos, Jabarrella (Huesca)[25]. Se desconoce si el calificativo de Rojos es textual (sic), o es un añadido de los inquisidores de la Causa General franquista, que todo podría ser.

 

Por poner un ejemplo, la documentación después de la guerra se catalogaba de forma simple con un lápiz rojo o azul, y con la inicial “R” en rojo en el caso de los leales, Una “R” que con el tiempo se decía a los investigadores que correspondía a la inicial de  Republicana, y no a Roja, que había sido la descripción real al concluir la guerra[26]. De ahí que ponga en duda del calificativo.    

Los primeros tiempos de Los Ciervos

El año 2011, se celebró en el barrio barcelonés del Clot una exposición dedicada a la Bolsa de Bielsa,[27]organizada por un grupo de historia local. Dentro de los actos se celebraron varias conferencias, y a una de ellas asistió una persona mayor que no conocíamos como habitual de las charlas que de común se realizan mensualmente. Dijo llamarse Antonio Casaus Santamaría, y que era natural del pueblecito de Gesera en Huesca, y nos explicó que durante la guerra era un niño, y que al producirse la retirada de  los civiles en marzo de 1938, marchó con su familia camino de Bielsa, y un poco antes de llegar, sufrió un accidente, rompiéndose una pierna, y por aquel motivo fue curado en el hospital de Pineta, y retirado a Francia.

 

Al despedirse nos invitó a ir a su casa donde nos haría un regalo. Y así lo hicimos, y el buen hombre tuvo a bien de regalarnos un libro inédito, picado a máquina y encuadernado por él mismo, y es en dicho libro concreto donde aparecen las primeras noticias de un primerizo Batallón de Los Ciervos[28], del cual entresacamos los párrafos más destacados.    

 

En Gesera, en agosto de 1936, como no teníamos ni luz, ni subía el cartero, no sabíamos nada de la guerra. Al final de aquel mes aparecieron por el pueblo un grupo de gente armada y después de pedirle al alcalde las llaves del ayuntamiento, sacaron todos los papeles que había y los quemaron, después fueron a la iglesia con intención de quemarla, pero como había una casa adosada, desistieron de hacerlo, y por ello fueron sacando las imágenes, las  ropas y los archivos y les pegaron fuego, el cura hacía días que se había marchado a Jaca.  Y después de esto se marcharon. Aquel grupo pertenecía, según dijeron, a otro mayor que estaba afincado en Laguarta, a unos 20 Km valle arriba.

 

A los pocos días nos visitó otro grupo pero este de fascistas que casi matan al alcalde por haber permitido lo de la iglesia, grupo que al poco tiempo también se marchó. Y así estuvieron algún tiempo entrando y saliendo los dos bandos, pero sin encontrarse.

 

Y finalmente a finales de octubre el batallón de voluntarios llamado Los Ciervos que estaba acampado en Laguarta, avanzó ocupando Gesera, cavaron trincheras que dominaban la carretera del rio, y desde allí vigilaban por si venía el enemigo, que estaba establecido  en el rio Gallego, defendiendo el ferrocarril que unía Huesca con Sabiñanigo, Jaca y  la frontera francesa.

 

El puesto de mando de Los Ciervos fue situado en la escuela local, y en número eran más de 100, por ello se repartieron por todas las casas del pueblo, que fue el encargado de darles de comer, comida que requisaban por los lugares de los alrededores, de hecho aquel grupo parecía estar  aislado, y mal armados y muchos de ellos procedían de Barcelona, y estaban aislados porque la carreta del Serrablo  estaba sin acabar,  al faltar unos kilómetros para poder enlazar con Boltaña  A finales de abril de 1937, llegaron más soldados, decían que 2000, pero serían unos 150, estos venían uniformados y bien armados y por el camino del reguero subió un camión, y en el pueblo no quedaron militares….[29]

 

Resiguiendo el nuevo testimonio, a finales de agosto de 1936, un grupo de Los Ciervos visitaron Gesera, destruyendo los papeles del ayuntamiento y de la iglesia, y el grupo principal  estaba acampado a 20 Kms  de aquel lugar, en Laguarta. A finales de octubre volvieron de nuevo, y al parecer habían abandonado su antigua base y por lo mismo, tras tomar la carretera, que iba desde Lagarta a Ipiés, acamparon en Gesera, la prueba fue que  cavaron trincheras, dominando con ellas la carretera del río Guarga, y desde allí  decían vigilar por si venía el enemigo, que estaba establecido al oeste en el rio Gallego, defendiendo el ferrocarril que unía Huesca con Sabiñanigo, Jaca y  la frontera francesa.  Y debió ser en aquel momento en que debieron ocupar en su avance Molino Escartín.

 

Puesto de Mando de Boltaña (Propiedad: Museo de Bielsa)

 

En opinión del testigo aquel grupo parecía estar aislado, y los hombres estaban mal armados, pero matiza que muchos de ellos procedían de Barcelona, y que estaban aislados porque la carretera del Serrablo estaba sin acabar, al faltar unos kilómetros para poder enlazar por el este con Boltaña.  A finales de abril de 1937, llegaron más soldados, “decían que 2000”, pero serían unos 150, estos venían uniformados y bien armados y por el camino del reguero subió un camión, y en el pueblo no quedaron militares”.

 

No sería de extrañar que los últimos hombres que vio pasar el testigo fueran parte de la gente del Batallón Cinco Villas camino de su base en Ipiés, de ahí se explicaría que fueran bien uniformados y con armas recién entregadas. Del mismo modo que también pudo ser que aquellos hombres llegaran con la misión de  engrosar a la antigua centuria Los Ciervos, convertido después en  batallón, afincado según algunas noticias posteriores en la Jabarella, pueblo próximo al lugar de Ipiés, base del Cinco Villas. En lo que parece ser la una seria consolidación de una línea de frente, que más o menos se alargaba desde Sabiñanigo, por la Jabarella, e Ipiés y de allí por la carretera del río Guarga, pasando por Molino Villobas, hasta Boltaña.   

 

Los problemas de la 4ª Compañía del Batallón Alpino

Entre la documentación hoy rescatada se conserva una relación compuesta de dos hojas, que encabeza la siguiente explicación en catalán, que traducimos: “Distribución por elección popular  de los cargos de la 4ª Centuria al convertirse en la 4ª Compañía del Batallón Alpino”. Seguidamente se relacionan los nombres de los oficiales, los sargentos y los cabos de las tres secciones que componían la unidad. Comentario explicativo de la elección de mandos por votación popular que ya denunció en su día Benet, jefe de los Pirenaicos durante en una entrevista[30]. De aquella 4º Cía., se conservan unos cuantos documentos, concretamente cuatro, que corresponden a personajes y lugares distintos.

 

El primero de ellos está fechado el 9 de febrero de 1937, y concretamente está redactado en Castiello de Guarga, lugar que correspondía al cuartel general de la 1ª compañía del Batallón Alpino, sitio  donde Peraferrer redactó dicho informe, dirigido en su caso a su jefe Benet situado  en Barcelona, teniendo en cuenta que Peraferrer era en aquel momento el jefe provisional de la 1ª Compañía, unidad de la cual se desconoce su lugar exacto de asentamiento, pues Peraferrer no lo especificaba en aquel informe.

 

Dicha anomalía, debió obedecer a que el jefe de la 1ª Compañía, un tal Serra, según explicaba Peraferrer, probablemente Pere Serra Durant, había marchado de permiso a Barcelona junto con 49 hombres suyos más, posibles componentes de la primitiva compañía de EC a la que en un principio Serra pertenecía, la gran mayoría de ellos vecinos de Barcelona, personaje al cual, a su marcha, sustituyo en el mando, de forma temporal, Peraferrer, cuyo cargo auténtico era el de delegado político de la 4ª Cía.

Otra cuestión que se desprende de dicho informe, es que para abastecer a la gente del Batallón Alpino, situada esta en la primera línea de frente, la Intendencia había habilitado, confiscándola, una pequeña caseta en las proximidades Molino de Villobas, donde se llevaba el pan o los avituallamientos más habituales que provenían todos del almacén general del batallón, ubicado en aquel caso en el Molino de Escartín, lugar situado en la carretera de La Guarguera y que unía Lanave con Boltaña, lugar donde también se producía en aquella época energía eléctrica.      

Desde Molino de Villobas, según Peraferrer, se procedía entonces a la distribución equitativa de los víveres al resto de  las secciones del Batallón, pero siempre en función del número de hombres que las componían. Pero, según denunciaba Pereferrer a Benet, unas secciones sabían administrarse perfectamente, no faltándoles de nada, mientras que otras en cambio “metían bronca”, afirmando que pasaban hambre, u otras, aprovechándose de la buena fe de los encargados del almacén de Molino de Villobas, estaban haciendo acopio ilegal, o constituían “depósitos” propios de todo tipo, en detrimento del resto de sus compañeros.

Así se había dado el caso, según Peraferrer, y se supone que entre su unidad, de que una sección tenía almacenados 120 kilos de pan, 70 de arroz y más de 60 de legumbres, mientras que otra había dejado pudrir la carne sin consumirla, pidiendo constantemente comida a los hombres del Alpino de Sabadell, sus compañeros más próximos, amparándose en la excusa de que el mando pirenaico los tenía abandonados y  que no les daba suficiente para comer, un hecho evidentemente falso.

Otro asunto lamentable que estaba ocurriendo, según el mismo informe de Peraferrer, era que con motivo de un permiso otorgado por el mando del batallón a media centuria de pirenaicos, licencia que incluía dos días de viaje y ocho más de estancia en sus respectivas localidades de origen, estaba resultando que transcurrido dos días desde la finalización del permiso, él, como oficial responsable, no tenía noticia alguna de ellos, desconociendo si volverían, o si que quedaban en Cataluña, o si estaban todavía en camino. Mientras que a la inversa, 40 miembros del Alpino de Sabadell, que había salido junto con ellos y en las mismas fechas, estaban todos en sus puestos al haber cumplido a rajatabla las fechas estipuladas por el mando pirenaico.

Circunstancia última que estaba produciendo un gran malestar entre los propios pirenaicos, pues, por ejemplo, había un grupo de ellos que tenían que haber marchado de permiso dos días atrás, en el momento mismo que hubieran regresado sus compañeros ausentes, marcha que no se había podido realizar ante aquella ausencia injustificada. Indisciplinas, esta última o la anterior, que en opinión de Peraferrer estaban afectando en general al buen nombre y al prestigio del Regimiento Pirenaico.

                                                     Mariano Bueno, jefe de la 130 Birigada Mixta (Foto: Internet)

Según Peraferrer, aquel tipo de actitudes infantilistas que personalmente le desconcertaban, sobre todo teniendo en cuenta que por falta de armamento o de una posición fija, los pirenaicos siempre estaban a remolque de todas las fuerzas allí destacadas, por ello, los milicianos locales les estaban conceptuando “como las señoritas que vienen a pasar el invierno en el Alto Aragón”. Críticas o carencias, que Peraferrer avisaba a  Benet recibiría en Barcelona, pero en nota aparte y más detallada, explicándole en ella la situación exacta de las fuerzas pirenaicas situadas en aquel frente aragonés.

El comentario de Peraferrer sobre la carencia de armas, o el hecho de que el Batallón Alpino, por el mismo motivo, fuera siempre a remolque del Batallón Alto Aragón, su hermano en aquel frente, viene a indicar que Mariano Bueno, jefe del sector, debió contar poco o muy poco con ellos, al situarlos casi siempre a retaguardia o en labores secundarias como fortificaciones. Circunstancia que justificaría los primeros comentarios, hasta cierto punto negativos, que sobre aquella fuerza se estaban produciendo por parte de sus compañeros aragoneses, y que acabarían agravándose aún más a la llegada del resto de Regimiento, entre marzo y junio de 1937, dado su carácter tan singular y elitista, insignias o banderas “esteladas” incluidas, o su empeño por mantener su catalanismo a ultranza.

 

De ahí que no tenga demasiado sentido que el historiador catalán Jaume de Ramón explique el papel casi fundamental de aquella fuerza alpina en los combates que tuvieron lugar en aquel sector desde agosto hasta finales de 1936, pues en la mayoría de los casos corrieron a cargo de los hombres del Batallón Alto Aragón[31].

 

En aquel mismo informe, Peraferrer solicitaba a Benet que, caso de continuar destinada en aquel lugar la unidad, que él se hiciera cargo personal de tramitar ante la Intendencia de Barcelona ciertos pedidos de botas, o del material imprescindible para poder reparar las que allí tenían, ya que estaban todas en un lamentable estado dadas las continuas tempestades de nieve, agua y viento.

 

A la vista de todo aquello, Peraferrer confesaba a Benet que se le estaba pasando por la cabeza “el echar a rodar todo ”, y que si se reprimía hacerlo era al pensar que algunos de sus compañeros eran sinceros y cumplidores, circunstancia que le estimulaba a continuar, pero avisando a Benet que todo aquel tipo de indisciplinas debería ser sancionado en previsión de que al final no se pasara a mayores, solicitándole la conveniencia de que dichas sanciones fueran aplicadas directamente desde el propio mando del Batallón Alpino o en su defecto desde el mando central de Barcelona, a cargo en su caso de Benet. Cerraba Peraferrer aquel informe, con la certeza de que sus denuncias eran provechosas para la causa del Pueblo, o al buscar con ellas el dejar en buen lugar el nombre del Regimiento Pirenaico nº 1, de Catalunya, al parecer puesto muy en duda en el Alto Aragón a causa de aquel cúmulo de historias negativas.

 

El fulminante relevo de la 4ª Compañía del Alpino

La segunda noticia es del 11 de febrero de 1937,  momento en que la 4º Compañía del Bon. Alpino tenía la oficina de  mando en la casilla de Atós, “casilla” era el nombre que de común se daba entonces a una construcción que servía de almacén a los peones camineros, en su caso encargados de reparar los caminos y las carreteras, lugares que durante la guerra  reaprovechaban  en general los mandos de muchas unidades, Atós concretamente se situaba  en el valle del río Guarga y el Barraco de Atós tributario de este, y la zona es más conocida como la Guarguera. Y desde ella, el mismo Peraferrer, vuelve a dirigir una nueva carta a Benet, en su condición de delegado de la compañía, explicándole las últimas novedades del frente.

 

Se queja primero de no haber recibido contestación alguna a sus últimas misivas. Pero la queja mayor era que de los 49 pirenaicos que estaban de permiso en Barcelona y que ya tenían que haber regresado hacía días, solo lo habían hecho 16 hombres. Imposibilitando con ello el poder dar un permiso a los restantes compañeros que estaban cubriendo parapetos y trincheras de avanzada en número de 32. Motivo por el cual volvía a tener conflictos, cuyos detalles enviaba en un sobre aparte. Para más inri comunicaba a Benet que corrían rumores de que su unidad debería abandonar aquel frente, cediendo a los que vendrían  a relevarles todas las herramientas, el material de acampada, así como el Parque Móvil.

 

Y Peraferrer se queja con amargura que:” nos están sacando a patadas, como a los perros”, ya que en lugar de darles permiso los sacaban en condiciones y circunstancias denigrantes para el Regimiento.  Según los mismos rumores la gente que los tenía que substituir estaba acuartelada y militarizada en Barbastro, y de hacerles el relevo, tendrían que hacerles entrega de todas las armas que tenían, salvo las particulares. Proveyendo lo anterior solicitaba a Benet de que le consiguiera una orden para que le entregaran dos camiones, se supone para poder regresar con ellos a Barcelona. Caso contrario, que se los enviara directamente desde Barcelona. “Estoy viendo que al final tendremos que regresar sin equipo y medio perdidos”. Y se despedía rogando noticias urgentes.

 

Mientras lo anterior acaecía, aquel mismo mes de febrero se estaba formando en Caspe el que tendría que ser el Batallón Cinco Villas, que concluiría formado por 4 compañías, con un total de 479 hombres, más una sección de ametralladoras con dos máquinas, formada por 75 hombres más, y de complemento una sección de transmisiones. Enviado al frente, acampó en Ipiés, con puesto de mando en Casilla de Atós. Cuando la unidad está asentada se designa a Beltrán como comandante del nuevo batallón, que de aquel modo dejará atrás el “avispero” del Batallón Alpino. El 11 de septiembre de aquel  mismo año, Beltrán, tras hacerse  miembro del PCE[32], pasará al mando de la 72ª Brigada Mixta.

 

La bronca entre el Batallón Alpino y Los Ciervos

Con fecha 9-2-1937 se conservan dos documentos redactados  por la misma persona, en su caso el comisario político del Batallón Alpino, un tal José Plans, y en ambos aparece el conflicto que están generando Los Ciervos al Batallón Alpino, un conflicto que el comisario parecer dispuesto a acabar, (el primer documento escrito en catalán y el segundo en castellano):

 

Camarada capitán de la 4ª Compañía. Salud: la presente sirve para comunicarte lo siguiente: Hace unos cuantos días que al Centuria llamada “Los Ciervos” insiste en echarnos del Molino Escartín, hoy cuartel general de nuestro Batallón, las causas que ponen para esa actitud solo consisten en que ellos fueron los primeros  en llegar a dicho Molino y que lo tienen incautado y que por lo tanto es suyo.

 

Como comprenderás se trata de hacer las cosas por capricho y sin analizar las necesidades de nuestro Batallón, ya que si nosotros tenemos que abandonar  este lugar se nos hace muy difícil el aprovisionamiento para las compañías, pues para resolver  este problema esta Comandancia ha pensado una cosa. ¿Qué si ellos no rectifican su actitud de querer que nuestro Batallón evacue dicho Molino?, nosotros, accederemos a su capricho, pero al mismo tiempo les cederemos las avanzadillas y si es preciso incluso el frente.

 

Esto es lo que comunico para su conocimiento y de toda la compañía esperando su contestación, José Plans, Sello de goma, Comisario político del Batallón Alpino”.     Nota: (en el margen superior izquierdo de aquel documento f figura escrito a mano y con lápiz, “Acusado recibo carta  9-2-1937) 

 

 

El final del conflicto entre el Batallón Alpino y Los Ciervos

El mismo día que el comisario político de la 4ª compañía escribe lo anterior, el problema subiendo un punto más de tensión, pasó a manos del Comisario del Batallón Alpino, que de forma radical consigue del mando del sector que autorice el relevo de la 4ª compañía, aunque no se sabe por parte de quien, y que de aquel modo aquella compañía regresará a Barcelona.

 

Ratificándome con mi último escrito remitido a esta Compañía refiriéndome a la intransigencia por parte de la Centuria “Ciervos” la cual pretendía este Molino, hoy se ha efectuado una reunión  del Estado Mayor  del sector en la Comandancia de Boltaña para discutir  la circular que dirigí lo mismo que ha vosotros, y que como aparte de esto también les pedía que se nos relevara debido al estado de cosas que venían sucediéndose, este relevo me ha sido concedido en la reunión de hoy, pero ateniéndose a las siguientes conclusiones:

 

1ª Nuestra Comandancia que hasta hoy había sido este Molino (Escartín), pasa a Molino Villobas.

 

2ª A la mayor brevedad posible, o sea dentro de unos 10 o 20 días se nos relevara del Batallón, teniendo que hacer entrega del armamento a los camaradas que nos releven, excluyendo de esto el armamento de propiedad particular.

 

Como que por lo  antes expresado que dado de baja el Batallón, todo integrante del mismo al llegar a Sabadell tendrá libertad completa.

 

Por supuesto que ya avisaré con anticipación la fecha exacta de nuestra partida como también de la manera que esta se tiene que efectuar. Espero que mientras tanto llegue ese día, ningún camarada que pertenezca a esta Compañía se dará de baja por ningún motivo fútil, o sea que espera conscientemente  y estará en su puesto hasta que llegue la hora de marchar, cosa esta que ruego  se cumpla y quedaré completamente agradecido, pues tengo palabra dada que no se abandonará el frente hasta que no nos llegue el relevo.

 

Esperando que todo lo que comunico lo hará público a todos los camaradas que componen la compañía, me despido de Ud. Suyo y en la causa. Comisario Político del Batallón, José Plans. Molino Escartín[33], 9-2-1937”.

 

De la carta anterior se desprenden varias cuestiones. La primera es que el conflicto con Los Ciervos, por un simple: “quítate tú, que me pongo yo”, no se ha solucionado, más bien al contrario, ha provocado que la 4ª compañía abandone definitivamente aquel frente, dando libertad a algunos de sus miembros, en concreto a los de Sabadell, para que cuando lleguen a Barcelona, decidan qué hacer con sus vidas?? Debemos pensar que en aquellos días se estaban preparando en secreto lo que después serán los Hechos de Mayo barceloneses, y que por parte de los nacionalistas había un cierto interés en participar en ellos, con la intención de aplastar a la CNT, y cierto fue que los pirenaicos de Benet, junto con el PSUC se enfrentaron a la CNT y al POUM, y su cuartel se amotinó[34]. 

 

La segunda es la penosa debilidad mostrada por el Estado Mayor y la propia Comandancia al no poner punto final a aquel tipo de actitudes infantilistas, por unos supuestos derechos de posesión de un Molino, y más aún por parte de un grupo que se supone que era anarquista. 

 

A destacar que a partir de entonces el ´Batallón Alpino quedó borrado de la historia, al desaparecer su rastro. De aquel modo, durante su corta vida,  paso por situarse primero Aso y Nerín, al oeste de Broto, para acabar cubriendo línea a lo largo de la ribera del río Guarga, hasta su total  desaparición en una fecha indefinida.

 

 

 
Haciendo instrucción una sección del Batallón Cinco Villas (Propiedad Hilario Borau)

 

El 2º Batallón del Regimiento Pirenaico, nº 1 de Cataluña llega a Aragón

Finalmente, entre el día 9 y 10 de marzo de 1937, procedentes de Barcelona, llegó a Aragón el 2º Batallón del Regimiento Pirenaico, muy probablemente en substitución del desaparecido Batallón Alpino, que hasta entonces había representado a aquella unidad catalana en aquel frente.

 

De aquel modo aquel batallón formado por 4 compañías fue destinado a cubrir la estratégica carretera de Broto a Gavín, ocupando sus compañías posiciones  respectivamente en los pueblos de Yesero, Linas de Broto, Viu y Frajen. La primera  compañía al mando de Salvador Galobardes, la segunda mandada por Francisco Millet[35], la tercera por Leandro Pons y la tercera por Roger Rodés. 

 

En cuanto a hombres, el sector ha perdido unos cuantos con los relevos, porque frente a los 650 hombres que tenía el primitivo Batallón Alpino, a partir de ahora desaparecido, el 2º Batallón recién llegado solo trae 340, pérdida humana que se debió compensar en cierto modo con los 470 hombres del  recién creado Batallón Cinco Villas.

 

Tal vez por ello se decidió en Barcelona el envió en junio de 1937 del 1º Batallón del Regimiento Pirenaico, hasta entonces de guarnición en Figueras. Pero la sorpresa fue mayúscula ya que de los 465 hombres que habían marchado al Pirineo catalán en octubre de 1936, solo quedaban 203 hombres, Es decir, aquel batallón se había “adelgazado”, en dos compañías justas. En resumen las Milicias Pirenaicas, que alardeaban de  tener 2.000 hombres, en realidad solo eran 543, a los que habría que sumar los 163 de su compañía de esquís, que llegarán a Aragón un tiempo más tarde. En resumen una ruina. Dentro de aquella reorganización,  los dos “batallones pirenaicos, en principio quedaron enrolados en la 130 Brigada Mixta, pasando por ello  a formar parte de su plantilla el 15 de junio de 1937, cuyos 4 batallones ya contaban con un total de 1651 hombres. 

 

A modo de resumen, habrá que reconocer que el frente del alto Aragón era un hervidero de gente que entraba y salía a su conveniencia, tal como se acabó de producir cuando muchos de aquellos catalanes acabaron pidiendo su baja, al constituirse las Brigadas Mixtas, pero con la excusa de enrolarse en otras nueva unidad pirenaica, que se estaba creando en Barcelona, llamada la Vasco-Catalana[36], en la cual se volverán a recrear las Milicias Pirenaicas con igual resultado; ninguno.

 


[1] R. Ferrerons y A. Gascón, El Esquinazau, perfil de un luchador, Zaragoza, 1981.

[2] Aquella conversación, junto con otras más, está recogida en un CD, donado por el autor al Museo de Bielsa el pasado año.

[3] Agustín Guillamón, Los Comités de Defensa de la CNT en Barcelona (1933-1938), Barcelona, 2011.

[4] Agustín Guillamón, La pequeña historia. Memorias de un anarquista barcelonés de 1936 a 1975, Barcelona, 2019.

[5] Ver biografía en: http://dbe.rah.es/biografias/96621/julian-mur-villacampa

[6] Probablemente Antonio Used Cerezuela, ejecutado en Barbastro el 31 de agosto de 1940 a los 51 años. Causa general, Huesca. Testimonio del comandante  capellán José Sanchón Lacambra.

[7] Testimonio de Hilario Borau al autor

[8] Ídem.

[9]A. Gascón, “La centuria de los Saltamontes, en el origen en el origen de la 130ª. Brigada Mixta”.  http://www.sbhac.net/Republica/Fuerzas/EPR/EprK/Saltamontes.pdf

[10] Carpetilla en la que figura escrito a lápiz, sucesivamente toda su transición; Milicias Alpinas, Milicies Pirinenques, Regimiento Pirenaico, nº 1 de Cataluña. PS.-Barcelona-Generalitat,335-9

[11] Fondo Reinal Benet, donación Museo de Bielsa.

[12] Ver biografía en: http://dbe.rah.es/biografias/93445/juan-lacasa-lardies

[13] F. Escribano, et allí, Guerra civil Aragón II, Imágenes, Zaragoza, 2005, p. 46.

[14] A. Gascón, La bolsa de Bielsa. El final de la República en Aragón, Huesca, 2005. p. 31

[15] Reinal Benet, hijo de José María Benet, jefe de las Milicias Pirenaicas.

[16] F. Escribano, et allí, Guerra civil Aragón II, Imágenes, Zaragoza, 2005, p. 110-113.

[17] Bonos. Varios, Archivo Reinal Benet, donación, Museo de Bielsa.

[18] A. Gascón, El Complot de 'Estat Catalá contra Companys. Ver: https://serhistorico.net/2019/11/09/el-complot-de-estat-catala-contra-companys-antonio-gascon-ricao/

 [19] La Vanguardia, 25 de agosto de 1936, 30 de agosto de 1936 y 25 septiembre de 1936, la primera expedición 70, y la última 105. Hoy en día se ha “engordado” la historia, en beneficio del tema local, pero sin  más referencias que la buena fe. https://www.isabadell.cat/sabadell/historia-de-sabadell-els-primers-compassos-de-la-guerra-civil-1936/.

[20] El capitán de Estado Mayor, Pascual Miñana de Concepción, jefe en aquel momento de Estado Mayor en la Agrupación Alpina, era al igual que Escassi Cerrada, que más tarde sería jefe de la 43ª División, un militar profesional, capitán y comandante respectivamente, que quedaron en Barbastro, al formar parte de los mandos de la media Brigada de Montaña mandada por el coronel Villalva. Durante los primeros días, Pascual Miñana fue asesor militar de las columnas milicianas que asediaban Huesca y de allí fue traslado a la Agrupación Alpina. Al formarse el X Cuerpo de Ejército, primero al mando de José González Morales, substituido más tarde por Miguel Gallo, Miñana pasó a ser jefe del Estado Mayor del X CE, y desde aquel puesto, trabajó como agente nacional de Información, estuvo pasando informes a los rebeldes sobre el frente de Aragón en general, y del Pirineo muy en particular. Destinado más tarde al XVIIº CE se pasó definitivamente a los fascistas en marzo de 1938.

[21] Plan de organización del Regimiento Pirenaico nº 1, marzo de 1937. Inventari del Fons FP, Subsèrie José Luis Infiesta Pérez, en la Biblioteca del Pavelló de la República de la Universitat de Barcelona.

[22] El primer trabajo donde se habla de dicha unidad es el de José Luis Alcofar  Nassaes (1921-2006), pseudónimo de José Luís Infiesta Pérez. De profesión médico que se dedicó a la investigación histórica en sus ratos libres, y el trabajo donde aparece: “Las tropas de montaña republicanas en los primeros meses  de la Guerra Civil”, pp. 461-484, Comissió d´homenatge a Josep Benet i Morell, en Miscel´lànea d´homenatge a Josep Benet, Publicacions de l´Ábadía de Montserrat, S.A., Barcelona, 1991; y el segundo es el de Herminio Lafoz Rabaza, El pueblo en armas. De las milicias a la 53 División, Huesca, 2018.

[23]  Fondo Reinal Benet, Museo de Bielsa.

[24] José María Maldonado, El frente de Aragón: la Guerra Civil en Aragón (1936-1938); 2007, p. 137.

[25] Causa General, Archivo Histórico Nacional.

[26] La experiencia la vivió el autor en 1975, en el Archivo Histórico Militar de Madrid, de la calle Mártires de Alcalá de Madrid, dentro de su apartado Guerra Civil.

[27] La Bolsa de Bielsa, el final de la República a l’Aragó, Espai Antoni Miró Peris, Taller d’Historia del Clot –Camp de l’Arpa, del 1 al 23 de decembre 2011.

[28] Antonio Casaus Santamaria, Recuerdos del Abuelo,  Recuerdos de un exilio vivido y narrado, Barcelona, 2010, inédito, y donado al Museo de Bielsa.

[29] Óp. Cit., sin paginar.

[30] Estanislau Torres, La Bossa de Bielsa, Barcelona, 1977, p.65, el resto del testimonio abarca las pags. 55-69.

[31] J. de Ramón i Vidal, El Regiment Pirinec núm 1 de Catalunya,  Barcelona, 2004, p. 149-150.

32] Testimonio de Elena Legaz.

[33] Para conocer la historia de aquel molino ver: “Clausura trabajos Cementerio Militar Molino Escartín”: http://republicahuesca.blogspot.com/2014/12/clausura-trabajos-cementerio-militar.html

[34] Agustín Guillamón, Insurrección. Las sangrientas Jornadas del 3 al 7 de mayo del 1937, Barcelona, 2017.

[35] En la página de Memoria Histórica de Aragón aparece una relación encabezada por el siguiente detalle: “130ª Brigada Mixta. Fuerzas agregadas, (Brigada en Organización. 2º Batallón. 3ª Compañía).  Junio 1937, Posiblemente se trate de Pirenencs nº 1”.  Y como es habitual en la página, sin que figure de donde  ha salido la información. Pero si, confirmamos  que se trata  del 2º Batallón. Y por ello justamente se inicia con el capitán Millet, pero personaje que no mandaba la 3ª Compañía, sino que mandaba la 2ª Compañía. Y sí aquel Batallón pertenecía al Regimiento Pirenaico nº 1 de Cataluña. Ver en: https://www.armharagon.com/combatientes-ejercito-popular-de-la-republica/

[36] A. Gascón. Nacionalistas vascos y catalanes en la guerra civil española.

https://serhistorico.net/2020/01/11/nacionalistas-vascos-y-catalanes-en-la-guerra-civil-espanola-antonio-gascon-ricao/  


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