Los Ciervos Rojos en el embrión de la 43ª
División republicana
Antonio
Gascón Ricao
Preámbulo
Se van a cumplir
en estos días casi 43 años de una conversación concreta, que tuvo lugar durante
el proceso de elaboración de mi primer libro[1]. Momento en que apareció por primera vez el
nombre de una unidad militar republicana, que ubicada en el frente de Huesca, había sido bautizada con el ecológico nombre de: Los Ciervos. En el contexto de aquel mismo relato aparecieron dos
nombres más de otras unidades republicanas, implicadas en el mismo frente: Los Saltamontes y los Nibelungos.
Aquellos tres nombres,
hasta entonces desconocidos, surgieron de forma espontanea a lo largo de una charla
que mantuvimos de una parte, Roentgen Edison Beltrán, hijo del Esquinazau, y el
autor que suscribe, y de la otra Hilario Borau, capitán ayudante de Beltrán, natural
de Canfranc y anarquista de corazón, acompañado de Ricardo Sánchez, de casa
Bayona, teniente en la 43ª y compañero
de fatigas durante la época más dura de Antonio Beltrán en el PCE. Pero la
persona que dio a conocer los detalles fue Borau, hombre de palabra fácil y verbo fogoso,
mientras que Sánchez, que era un hombre un punto adusto, limitó su papel a corroborar aquella información, cabeceando
levemente. Información por tanto oral, que he necesitado años hasta poder llegar
a comprobarla con documentos, pero no del todo ni en todos los extremos.[2] He aquí el
resultado de aquel viaje al conocimiento.
El
origen de Los Nibelungos
Según el
testimonio de Hilario Borau, cuando el grupo de Los Nibelungos se formó estaba compuesto por milicianos que en su gran mayoría procedían del barcelonés
barrio marítimo de El Poblenou, de larga tradición anarquista[3]. Prueba de ello
es que en él vivían, por ejemplo, los hermanos Ascaso, Buenaventura Durruti, o
Ricardo Sanz. Gentes que fueron los
primeros en salir a las calles de Barcelona para hacer frente a los fascistas
sublevados el 18 de julio de 1936[4].
Por cuestiones de
conveniencia mutua aquel mismo grupo de anarquistas barceloneses acabó fusionado
con otro grupo de 21 jacetanos, huidos todos de Jaca al inicio de la guerra,
destacaban entre ellos: Antonio Beltrán, “el Esquinazau”, Francisco Cavero, “el
taxista de Canfranc”, socio de Beltrán en negocio del transporte, o Ricardo Sánchez,
“el de casa Bayona”, o el propio Hilario Borau, afiliado en su caso a la CNT. Grupo que tras su apresurada marcha de Jaca, y
tras pasar la frontera hacia Francia, acabaron aterrizando en Barcelona, pero llegando
a la misma bajo el mando implícito de Julián Mur[5], el alcalde de aquella población, que era el que había
sido organizador y director de la resistencia al golpe militar del 18 de julio
de 1936 en Jaca. Pero una vez el grupo consiguió el apoyo de un oficial de
asalto paisano del terruño, Nicanor Felipe, materializado en unas pocas armas
largas y un camión, el grupo en masa decidió regresar de nuevo a Aragón, menos el
anarquista Borau que se enroló voluntario en la expedición a Mallorca del
capitán Bayo.
Tras pasar por Sariñena y Barbastro, la
pequeña tropa acabó acampando en Mediano (Huesca), hoy en día un pueblo sumergido
en el pantano del mismo nombre, donde un poco antes de la llegada del grupo, un
centenar de obreros que trabajaban en las obras de dicho pantano, habían decidido
marchar a ocupar Cotefablo, cuyo túnel
estaba en construcción, un túnel que debería comunicar Broto con Biescas. En Boltaña, sobre las mismas fechas había acampada
una compañía de carabineros que se había declarado fiel al bando republicano, y
el comité revolucionario local lo dirigía un tal Antonio Used[6].
Poco tiempo después,
jacetanos, anarquistas barcelonés y algunos carabineros, decidieron marchar
todos juntos a Cotefablo, donde improvisaron unas barracas donde vivir, o
simularon emplazar unos cañones, con la oportuna ayuda de unos tubos de conducción
de aguas que mimetizaron, y cuyas bocas de “fuego” parecían apuntar directamente
a Yesero, donde estaba atrincherado el enemigo. Tal vez por ello, el día que aquella tropa republicana decidió asaltar
aquel pueblo, simulando incluso disparos de cañón con la oportuna “ayuda” de
cartuchos de dinamita, el enemigo huyó en masa sin plantarles cara[7].
Ocupado Yesero, los
grupos allí reunidos decidieron organizarse como milicias regulares formando “centurias”,
nombre que se dio a los grupos de combatientes cuando su número alcanzaba más o
menos el centenar. Una unidad por tanto muy similar a las clásicas compañías
del ejército español. Por otra parte, cuando estuvieron constituidas las
unidades, por votación se decidió que todas estuvieran bajo un mando único, que
en suerte correspondió a un asturiano llamado Emilio Fernández. En opinión de
Borau aquella decisión no obedeció al hecho de que Fernández estuviera más
preparado que otros, sino simplemente porque tenía más hombres bajo sus órdenes
que el resto de los grupos[8].
Los Saltamontes
Una de aquellas
primeras centurias que se formó durante aquellos días fue la de Los Saltamontes[9], unidad que quedó
adscrita desde el principio a la llamada Columna Alpina, en su caso dependiente
en aquel tiempo de la Generalitat de Cataluña. Prueba de ello es una carpetilla,
en cuya tapa figura que dicha Columna Alpina dependía del Consejero de Defensa
de la Generalitat, y por orden del mismo, del Jefe de Servicios Técnicos: en su
caso del oficial Vicente Guarner, hombre de confianza de Companys, en fecha tan
lejana como era el 29-1-1937[10].
De hecho según la documentación
conservada[11], las centurias tendrían
que estar compuestas por 1 capitán, y un
delegado político. A los que habría de sumarse 3 tenientes, uno por cada
sección. Seguidos de tres sargentos por sección. Y 6 cabos también por sección,
hombres a los que habría que añadir los milicianos rasos o la gente de
Servicios. En total y en cifras harto optimistas,
la centuria debería tener aproximadamente 215 hombres.
Una de las secciones
de Los Saltamontes, en su caso la primera, fue puesta bajo el mando de Juan Lacasa
Lardiés, alias Juanito [12], uno de los
obreros especializados que habían trabajado en el pantano de Mediano. Tiempo
después el mismo personaje será nombrado, durante la Bolsa de Bielsa, jefe de
la 130ª Brigada Mixta. Pero finalmente el conjunto de las tres centurias que
componían Los Saltamontes, acabaron bajo el mando conjunto de Julián Mur. Y
por ello Mur se pondrá a su frente, al tener lugar el fracasado asalto
republicano a Gavin del 27 de noviembre de 1936, donde el cual Mur perdió la
vida.
En la actualidad,
en el Museo de Bielsa se conservan dos listas de revista de varias secciones de dicha unidad, las
mismas que en su día debió conservar Juanito
Lacasa, listas que al final han pasado a formar parte, por donación, de los
fondos del Museo[13]. La prueba
documental de la existencia de Los
Saltamontes como unidad ya se hizo pública el año 2005, dentro del libro, La bolsa de Bielsa. El final de la república
en Aragón[14].
Los
Ciervos
En el caso concreto
de Los Ciervos, sobre los cuales hoy en día seguimos sin contar con documentación directa, la buena noticia pasa por el
hecho, de que gracias a la generosidad de un donante[15], ha aparecido una
nueva documentación en la cual se cita a dicha unidad en diversas ocasiones. Y
los motivos de aquellas referencias pasaron por el carácter que al parecer
gastaban sus componentes, ya que todo apunta a que eran algo conflictivos al
estar en una bronca casi continua con la 4ª compañía del Batallón Alpino. Formación
última que en su caso estaba compuesta por una gran mayoría de catalanes pertenecientes al Regimiento
Pirenaico nº 1 de Cataluña, grupo en concreto que en Barcelona había llevado el
nombre de 5ª Centuria de las Milicias Pirenaicas, y que desde su llegada a
Huesca acabó rebautizada como 4ª
Compañía del Batallón Alpino, y por lo tanto dependientes en su caso de Barcelona.
Asunto que el actual autor ya tocó en extenso en otra obra del mismo año 2005[16].
El
Batallón Alpino.
Gracias de
nuevo a la información aparecida, por
cortesía del hijo de José María Benet, jefe de los pirenaicos, ahora por fin se
puede tener una visión clara de la composición real del llamado Batallón
Alpino, que a la luz de nuevos documentos, habrá que reconocer que alcanzaba un
tamaño hasta ahora desconocido. De ahí que ahora se pueda afirmar con pruebas
documentales, que el 10 de enero de 1937 aquella unidad, que ocupaba el “sector
norte-frente aragonés”, contaba con 650 hombres. Número más que suficiente para
que pudiera tener la categoría de
Batallón.
En el plano del
armamento, el batallón (Bon.) Alpino estaba dotado con 347 “Máuseres” (sic); 38
“Remington”; 4 “fusiles ametralladores”; y 1 única “Ametralladora”. No tenían
ni granadas, ni “bombas” (sic). De cartuchos tenían 30.000.- para Máuser; 9.000.-
para Winchester” (sic) y 1.800 para Remington. También en dicho informe
se especificaba que los fusiles ametralladores eran modelo Winchester.
De hacer un análisis de aquel estadillo, de los 650 hombres con los que contaba el Bon. Alpino, 265 hombres estaban sin armar, o 38 estaban armados con un puñado de fusiles Remington, posiblemente del modelo 1871/1889, muchos de ellos salidos en aquellas fechas en general de los cuarteles de la guardia civil, pero de hecho un arma ya entonces obsoleta, pero no había otra cosa. A destacar la carencia absoluta de granadas, o lo corto de la munición. Pero la sorpresa ha sido que el jefe del Bon Alpino era en enero de 1937 el “comandante” Antonio Beltrán Casaña, el Esquinazau, y como Comisario estaba José Plans Moldus, un catalán[17].
La composición del Batallón Alpino.
Durante años, el
presente autor, ante la falta de noticia documentales se tuvo que dedicar a la especulación, al
respecto del despliegue de las compañías alpinas que sucesivamente se
estuvieron enviando desde Cataluña a aquel frente, y siempre en base a
comentarios o a informaciones sueltas, llegando a la conclusión de que aquel batallón Alpino,
al mando de Beltrán, podría haber estado formado por 4 compañías con unos 160
hombres cada una. Lo decimos porque en concreto la 4ª compañía, que será la
protagonista involuntaria de esta historia, era una unidad llegada directamente
de Barcelona durante los primeros días
de diciembre de 1936,
Matizando que en su caso se trataba de la 5ª Centuria del Regimiento Pirenaico, que acuartelada y ociosa hasta aquella fecha en Barcelona, después de descubrirse el complot de noviembre contra Companys[18], pasó en el silencio más absoluto al frente del Alto Aragón, quedando allí bajo el mando de Mariano Bueno. Su llegada significó que las unidades destinadas por Benet a aquel sector alcanzaban a cuatro compañías, o lo que es lo mismo, un batallón denominado en Barcelona como “Primer Batallón Alpino”.
Beltrán en Molino Villobas (Propiedad, Elena Legaz) |
La
primera compañía de aquel mismo batallón muy probablemente la formó gente del llamado en Cataluña, Alpino de Sabadell, pues aquel fue el nombre que se le dio, unidad que en sus
inicios estaba compuesta por unos 70 jóvenes pertenecientes al Ateneo
Sindicalista de aquella población, que destinado al frente de Aragón, partió
acompañado por el propio Josep Mª Benet, jefe de los alpinos catalanes, en
persona al tener Benet orden superior de poner aquel grupo a disposición de las
unidades milicianas locales que desde el primer día de la guerra combatían a la
vista de Jaca.
A su llegada a Caspe, la columna catalana fue recibida en la estación del ferrocarril por un miliciano aragonés llamado Antonio Beltrán Casaña, el Esquinazau, futuro jefe de la 43ª División, que en su caso sería el encargado de ellos, por decisión del mando del Sector Pirenaico, afincado en Barbastro y dirigido en aquel entonces por el coronel Villalba, del cual Beltrán había recibido la orden de que se hiciera cargo de ellos y se los llevara a Torla, donde no paraban de producirse una serie de conflictos entre la población civil y un grupo de los denominados “incontrolados” procedentes de Barcelona, y a los que Beltrán, con la ayuda de Benet, tenía como misión reducir, como así se hizo. Aquella primitiva unidad se vio incrementada en dos ocasiones más, con jóvenes procedentes también de Sabadell, pero en la última perteneciente a las JSU del PSUC.[19]
Más tarde, mediado el mes de septiembre de 1936, también el
propio Benet, enviará a Aragón, tras la fracasada invasión de Mallorca, y el
consiguiente regreso de parte de las tropas a Barcelona, otra parte se dirigió al puerto de Valencia, una nueva compañía formada en aquella ocasión por
gente de ERC, sacándola de aquel modo de los problemas que estaban sufriendo en
Barcelona durante aquellos mismos días, al estar siendo hostigados por la CNT.
De aquel modo las cuatro compañías, que según
Peraferrer, en su caso comisario de la 4ª Compañía, componían el Batallón
Alpino, englobaban en su seno los dos o tres grupos de Sabadell, como mínimo
175 hombres, la antigua compañía de Estat Català, más la 5ª Centuria de las
Milicias Pirenaicas, pero que en todos los casos dependían en primer lugar del
mando del Alto Aragón (Mariano Bueno), y a su vez dependían orgánicamente de
Benet jefe del Regimiento Pirenaico nº 1 de Cataluña, con cuartel general en el
antiguo colegio de los escolapios, sito en la calle Balmes de Barcelona, tal
como se podrá ver con detalle gracias a la correspondencia rescatada.
Un tiempo después aquel mismo Batallón
Alpino, juntamente con el denominado Batallón “Alto Aragón”, luego 517, llegaran
a conformar la denominada de forma oficial Agrupación Alpina, al mando del
comandante Mariano Bueno, que tenía a su vez como jefe de estado mayor a
Pascual Miñana de la Concepción,[20] mientras que su
comisario político era el diputado socialista por Huesca y jaqués Julián
Borderas Pallaruelo.
Según testimonios, dichas compañías
alpinas, dependientes de Barcelona y situadas en aquel frente aragonés, durante
un primer tiempo fueron asignadas a los pueblos de Aso y Nerín, al oeste de
Broto, para pasar después al frente de Sabiñánigo en su parte sur, al estar
afincadas estas en Castiello de Guarga, Molino de Villobas o Molino de
Escartín, en el curso del río Guarga o de la carretera que conduce a Boltaña,
empalmando por su flanco sur con una columna de milicianos de la CNT
denominados “los Ciervos”, asentados en su caso en las cercanías de Montrepós,
lugar desde el cual aquella unidad se alargaba hasta la Sierra de Guara,
mientras que por el norte los pirenaicos enlazaron primero, con la Centuria
“los Saltamontes” y más tarde con el Batallón “Alto Aragón”.
Por otra parte, hemos tenido la suerte de que se conservase un documento redactado en
Barcelona por el comisario del regimiento Pirenaico, en su cuartel general, el
día 2 de marzo de 1937, en el cual se recogía el despliegue táctico de aquella
unidad, y la dependencia tanto militar como administrativa del sector del Alto
Aragón de la comandancia de Barcelona.
“….cuidan de la vigilancia de fronteras los batallones y compañías
siguientes, Regimiento Pirenaico nº 1
con sectores en La Molina, Port-Bou, Figueras, Olot y Boltaña (Huesca). El Batallón Alto Aragón que opera en la
frontera situada al Norte de Jaca. La Compañía
Saltamontes que opera en Cotefablo. Batallón
Alpino que opera en Aso, Batallón
los Ciervos que opera en la Sierra de Guara. Dos compañías alpinistas (sic)
con servicio fronterizo en Vall de Arán.
Otra centuria en servicio fronterizo en Bellver. Una compañía Alpinista que actúa en servicio fronterizo en
San Lorenzo de Morunys (Lérida), así como muchas centurias que actúan de forma
diseminada y sin ligazón alguna”[21].
En resumen: en marzo
de 1937, Los
Saltamontes, se desplegaban en Cotefablo, el Batallón Alpino, en Aso y Los Ciervos en la Sierra de Guara. Tal
como se puede observar en ningún momento de aquel informe se habla para nada de
las ahora tan renombradas, Milicias Aragonesas de Jaca, puesto
que no aparecen en el documento de Barcelona,
Es más, los únicos sitios donde aparece citada aquella supuesta unidad,
es en dos publicaciones modernas, subsidiarias la una de la otra, pero en ambos
casos sin apoyatura documental que justifique la existencia real de una unidad
con semejante nombre[22]. Obras ambas a las que algún día habrá que dedicar unas
reconsideraciones desde el plano positivista, y siempre en pro del
esclarecimiento de la Memoria Histórica de Aragón.
El Batallón
Alto Aragón
En orden de
entidad, dentro del actual fondo documental ahora recuperado, estaba el
Batallón Alto Aragón, que en su caso ocupaba el Sector norte del frente aragonés.
Unidad que el día 31 de diciembre de
1936 estaba compuesta por un total de
695 hombres. En lo que hacía a su armamento, aquel batallón tenía a su
disposición 228 “Máuseres” (sic), 60 “Remington”,
5 “fusiles ametralladores”, y 1 única “Ametralladora”. No tenían ni granadas,
ni “bombas” (sic). De cartuchos, 13.000.- para Máuser, y 23.760.- para Winchester” (sic)[23].
De recapitular, en el Alto Aragón había un total
de 407 hombres sin armar, pero en el orden numérico tenía 45 hombres más que el
Batallón Alpino. En cuanto al armamento, y a pesar de tener en nómina más
hombres que el Alpino, tenía comparativamente 119 máuseres menos que su homónimo.
Sin embargo el Alto Aragón ganaba al
Alpino al tener 22 fusiles Remintongs más, por uno en lo que hacía en el caso
de los fusiles ametralladores. Sin embargo,
empataban en granadas o en
bombas, al estar ambas unidades a cero, pero perdiendo de nuevo el Alto Aragón,
con respecto al Bon. Alpino, en el número de cartuchos de Máuser, aunque ganando por goleada en cartuchos Winchester. En fin, tal como se cantaba en la conocida
canción “Ay Carmela”. “nada pueden hacer bombas donde sobra corazón”. En el
caso del Alto Aragón, el “comandante” era nada más y nada menos que Nicanor
Felipe, el mismo personaje que en Barcelona había “regalado” a la gente de Jaca
las armas y el camión, mientras que el delegado político era Estanislao Aznarez,
un desconocido.
La
centuria de Los Ciervos
La tercera unidad
en discordia que operaba en el sub-sector norte, pero ahora documentada, y tal
como nos dijo en su día Borau, era la
“centuria” de Los Ciervos, que el 10
de enero de 1937 estaba compuesta por 160 hombres, armados con 85 Máuseres, 50
Winchesters (sic), más 15 Rémington, y 1 fusil ametrallador. De granadas 0,
pero de “bombas” 200. Cartuchos Máuser, 15.000.-, de Winchester 5.000. Por el contario de Rémington 0.
De hacer ahora
cuentas, aquella centuria era la mejor dotada en lo que hacía a fusilería, pues
solo 10 hombres no tenían armas, y de “bombas” tenían 200, a la inversa de sus
hermanas, aunque se desconoce de qué tipo de bomba en concreto se hablaba en
aquel informe. En cuanto a la cartuchería, tenían la suficiente tanto para Máuser
como para Winchester, con la salvedad de que los Rémington, como no se pensara
utilizarlos como cachiporra, de nada servían, pues no había munición para
ellos. En cuanto a mandos el “comandante” de la centuria era Manuel Ramos, y el
delegado Estanislau Aznarez.
Pero hay un
detalle que no se debe perder de vista. El 10 de enero de 1937, aquella unidad es
calificada “centuria”, algo evidente
pues se trata de 160 hombres. Sin embargo, tal como hemos visto, el 2 de marzo
de 1937 el comisario del Regimiento Pirenaico los denomina Batallón. O sea, una unidad con 4 compañías, y algo de esto pudo haber.
Pues confirmando lo primero, Maldonado recoge en su libro que los Ciervos era
una Centuria[24]. A la inversa de lo que se aprecia en el archivo Pares
(Portal de Archivos Españoles), donde se da cuenta de que se conserva cierta documentación que dice así:
Batallón Los Ciervos Rojos, Jabarrella (Huesca)[25]. Se desconoce si
el calificativo de Rojos es textual (sic), o es un añadido de los inquisidores de
la Causa General franquista, que todo podría ser.
Por poner un
ejemplo, la documentación después de la guerra se catalogaba de forma simple
con un lápiz rojo o azul, y con la inicial “R” en rojo en el caso de los leales,
Una “R” que con el tiempo se decía a los investigadores que correspondía a la
inicial de Republicana, y no a Roja,
que había sido la descripción real al concluir la guerra[26]. De ahí que ponga
en duda del calificativo.
El año 2011, se
celebró en el barrio barcelonés del Clot una exposición dedicada a la Bolsa de
Bielsa,[27]organizada por un
grupo de historia local. Dentro de los actos se celebraron varias conferencias,
y a una de ellas asistió una persona mayor que no conocíamos como habitual de
las charlas que de común se realizan mensualmente. Dijo llamarse Antonio Casaus
Santamaría, y que era natural del pueblecito de Gesera en Huesca, y nos explicó
que durante la guerra era un niño, y que al producirse la retirada de los civiles en marzo de 1938, marchó con su
familia camino de Bielsa, y un poco antes de llegar, sufrió un accidente, rompiéndose
una pierna, y por aquel motivo fue curado en el hospital de Pineta, y retirado
a Francia.
Al despedirse nos
invitó a ir a su casa donde nos haría un regalo. Y así lo hicimos, y el buen
hombre tuvo a bien de regalarnos un libro inédito, picado a máquina y
encuadernado por él mismo, y es en dicho libro concreto donde aparecen las
primeras noticias de un primerizo Batallón de Los Ciervos[28], del cual entresacamos los párrafos más destacados.
“En Gesera, en agosto de 1936, como
no teníamos ni luz, ni subía el cartero, no sabíamos nada de la guerra. Al
final de aquel mes aparecieron por el pueblo un grupo de gente armada y después
de pedirle al alcalde las llaves del ayuntamiento, sacaron todos los papeles
que había y los quemaron, después fueron a la iglesia con intención de quemarla,
pero como había una casa adosada, desistieron de hacerlo, y por ello fueron
sacando las imágenes, las ropas y los
archivos y les pegaron fuego, el cura hacía días que se había marchado a
Jaca. Y después de esto se marcharon.
Aquel grupo pertenecía, según dijeron, a otro mayor que estaba afincado en
Laguarta, a unos 20 Km valle arriba.
A los pocos días nos visitó otro
grupo pero este de fascistas que casi matan al alcalde por haber permitido lo
de la iglesia, grupo que al poco tiempo también se marchó. Y así estuvieron
algún tiempo entrando y saliendo los dos bandos, pero sin encontrarse.
Y finalmente a finales de octubre
el batallón de voluntarios llamado Los Ciervos que estaba acampado en
Laguarta, avanzó ocupando Gesera, cavaron trincheras que dominaban la carretera
del rio, y desde allí vigilaban por si venía el enemigo, que estaba
establecido en el rio Gallego,
defendiendo el ferrocarril que unía Huesca con Sabiñanigo, Jaca y la frontera francesa.
El puesto de mando de Los Ciervos fue
situado en la escuela local, y en número eran más de 100, por ello se
repartieron por todas las casas del pueblo, que fue el encargado de darles de
comer, comida que requisaban por los lugares de los alrededores, de hecho aquel
grupo parecía estar aislado, y mal
armados y muchos de ellos procedían de Barcelona, y estaban aislados porque la
carreta del Serrablo estaba sin acabar, al faltar unos kilómetros para poder enlazar
con Boltaña A finales de abril de 1937,
llegaron más soldados, decían que 2000, pero serían unos 150, estos venían
uniformados y bien armados y por el camino del reguero subió un camión, y en el
pueblo no quedaron militares….[29]”
Resiguiendo el nuevo
testimonio, a finales de agosto de 1936, un grupo de Los Ciervos visitaron Gesera, destruyendo los papeles del
ayuntamiento y de la iglesia, y el grupo principal estaba acampado a 20 Kms de aquel lugar, en Laguarta. A finales de
octubre volvieron de nuevo, y al parecer habían abandonado su antigua base y
por lo mismo, tras tomar la carretera, que iba desde Lagarta a Ipiés, acamparon
en Gesera, la prueba fue que cavaron
trincheras, dominando con ellas la carretera del río Guarga, y desde allí decían vigilar por si venía el enemigo, que
estaba establecido al oeste en el rio Gallego, defendiendo el ferrocarril que unía
Huesca con Sabiñanigo, Jaca y la
frontera francesa. Y debió ser en aquel
momento en que debieron ocupar en su avance Molino Escartín.
En opinión del
testigo aquel grupo parecía estar aislado, y los hombres estaban mal armados,
pero matiza que muchos de ellos procedían de Barcelona, y que estaban aislados
porque la carretera del Serrablo estaba sin acabar, al faltar unos kilómetros
para poder enlazar por el este con Boltaña.
A finales de abril de 1937, llegaron más soldados, “decían que 2000”,
pero serían unos 150, estos venían uniformados y bien armados y por el camino
del reguero subió un camión, y en el pueblo no quedaron militares”.
No sería de
extrañar que los últimos hombres que vio pasar el testigo fueran parte de la
gente del Batallón Cinco Villas camino de su base en Ipiés, de ahí se
explicaría que fueran bien uniformados y con armas recién entregadas. Del mismo
modo que también pudo ser que aquellos hombres llegaran con la misión de engrosar a la antigua centuria Los Ciervos, convertido
después en batallón, afincado según
algunas noticias posteriores en la Jabarella, pueblo próximo al lugar de Ipiés,
base del Cinco Villas. En lo que parece ser la una seria consolidación de una línea
de frente, que más o menos se alargaba desde Sabiñanigo, por la Jabarella, e
Ipiés y de allí por la carretera del río Guarga, pasando por Molino Villobas,
hasta Boltaña.
Los problemas de la 4ª Compañía del
Batallón Alpino
Entre la documentación
hoy rescatada se conserva una relación compuesta de dos hojas, que encabeza la
siguiente explicación en catalán, que traducimos: “Distribución por elección popular
de los cargos de la 4ª Centuria al convertirse en la 4ª Compañía del
Batallón Alpino”. Seguidamente se relacionan los nombres de los oficiales,
los sargentos y los cabos de las tres secciones que componían la unidad.
Comentario explicativo de la elección de mandos por votación popular que ya
denunció en su día Benet, jefe de los Pirenaicos durante en una entrevista[30]. De aquella 4º Cía.,
se conservan unos cuantos documentos, concretamente cuatro, que corresponden a personajes
y lugares distintos.
El primero de
ellos está fechado el 9 de febrero de 1937, y concretamente está redactado en
Castiello de Guarga, lugar que correspondía al cuartel general de la 1ª compañía
del Batallón Alpino, sitio donde
Peraferrer redactó dicho informe, dirigido en su caso a su jefe Benet situado en Barcelona, teniendo en cuenta que Peraferrer
era en aquel momento el jefe provisional de la 1ª Compañía, unidad de la cual
se desconoce su lugar exacto de asentamiento, pues Peraferrer no lo
especificaba en aquel informe.
Dicha anomalía, debió obedecer a que el
jefe de la 1ª Compañía, un tal Serra, según explicaba Peraferrer, probablemente
Pere Serra Durant, había marchado de permiso a Barcelona junto con 49 hombres
suyos más, posibles componentes de la primitiva compañía de EC a la que en un
principio Serra pertenecía, la gran mayoría de ellos vecinos de Barcelona,
personaje al cual, a su marcha, sustituyo en el mando, de forma temporal,
Peraferrer, cuyo cargo auténtico era el de delegado político de la 4ª Cía.
Otra cuestión que se desprende de dicho
informe, es que para abastecer a la gente del Batallón Alpino, situada esta en
la primera línea de frente, la Intendencia había habilitado, confiscándola, una
pequeña caseta en las proximidades Molino de Villobas, donde se llevaba el pan
o los avituallamientos más habituales que provenían todos del almacén general
del batallón, ubicado en aquel caso en el Molino de Escartín, lugar situado en
la carretera de La Guarguera y que unía Lanave con Boltaña, lugar donde también
se producía en aquella época energía eléctrica.
Desde Molino de Villobas, según
Peraferrer, se procedía entonces a la distribución equitativa de los víveres al
resto de las secciones del Batallón,
pero siempre en función del número de hombres que las componían. Pero, según
denunciaba Pereferrer a Benet, unas secciones sabían administrarse
perfectamente, no faltándoles de nada, mientras que otras en cambio “metían
bronca”, afirmando que pasaban hambre, u otras, aprovechándose de la buena fe
de los encargados del almacén de Molino de Villobas, estaban haciendo acopio
ilegal, o constituían “depósitos” propios de todo tipo, en detrimento del resto
de sus compañeros.
Así se había dado el caso, según
Peraferrer, y se supone que entre su unidad, de que una sección tenía
almacenados 120 kilos de pan, 70 de arroz y más de 60 de legumbres, mientras
que otra había dejado pudrir la carne sin consumirla, pidiendo constantemente
comida a los hombres del Alpino de Sabadell, sus compañeros más próximos,
amparándose en la excusa de que el mando pirenaico los tenía abandonados y que no les daba suficiente para comer, un
hecho evidentemente falso.
Otro asunto lamentable que estaba ocurriendo,
según el mismo informe de Peraferrer, era que con motivo de un permiso otorgado
por el mando del batallón a media centuria de pirenaicos, licencia que incluía
dos días de viaje y ocho más de estancia en sus respectivas localidades de
origen, estaba resultando que transcurrido dos días desde la finalización del
permiso, él, como oficial responsable, no tenía noticia alguna de ellos,
desconociendo si volverían, o si que quedaban en Cataluña, o si estaban todavía
en camino. Mientras que a la inversa, 40 miembros del Alpino de Sabadell, que
había salido junto con ellos y en las mismas fechas, estaban todos en sus
puestos al haber cumplido a rajatabla las fechas estipuladas por el mando
pirenaico.
Circunstancia última que estaba
produciendo un gran malestar entre los propios pirenaicos, pues, por ejemplo,
había un grupo de ellos que tenían que haber marchado de permiso dos días
atrás, en el momento mismo que hubieran regresado sus compañeros ausentes,
marcha que no se había podido realizar ante aquella ausencia injustificada.
Indisciplinas, esta última o la anterior, que en opinión de Peraferrer estaban
afectando en general al buen nombre y al prestigio del Regimiento Pirenaico.
Según Peraferrer, aquel tipo de actitudes
infantilistas que personalmente le desconcertaban, sobre todo teniendo en
cuenta que por falta de armamento o de una posición fija, los pirenaicos
siempre estaban a remolque de todas las fuerzas allí destacadas, por ello, los
milicianos locales les estaban conceptuando “como las señoritas que vienen a
pasar el invierno en el Alto Aragón”. Críticas o carencias, que Peraferrer
avisaba a Benet recibiría en Barcelona,
pero en nota aparte y más detallada, explicándole en ella la situación exacta
de las fuerzas pirenaicas situadas en aquel frente aragonés.
De
ahí que no tenga demasiado sentido que el historiador catalán Jaume de Ramón
explique el papel casi fundamental de aquella fuerza alpina en los combates que
tuvieron lugar en aquel sector desde agosto hasta finales de 1936, pues en la
mayoría de los casos corrieron a cargo de los hombres del Batallón Alto Aragón[31].
En
aquel mismo informe, Peraferrer solicitaba a Benet que, caso de continuar
destinada en aquel lugar la unidad, que él se hiciera cargo personal de
tramitar ante la Intendencia de Barcelona ciertos pedidos de botas, o del
material imprescindible para poder reparar las que allí tenían, ya que estaban
todas en un lamentable estado dadas las continuas tempestades de nieve, agua y
viento.
A
la vista de todo aquello, Peraferrer confesaba a Benet que se le estaba pasando
por la cabeza “el echar a rodar todo ”,
y que si se reprimía hacerlo era al pensar que algunos de sus compañeros eran
sinceros y cumplidores, circunstancia que le estimulaba a continuar, pero avisando
a Benet que todo aquel tipo de indisciplinas debería ser sancionado en
previsión de que al final no se pasara a mayores, solicitándole la conveniencia
de que dichas sanciones fueran aplicadas directamente desde el propio mando del
Batallón Alpino o en su defecto desde el mando central de Barcelona, a cargo en
su caso de Benet. Cerraba Peraferrer aquel informe, con la certeza de que sus
denuncias eran provechosas para la causa del Pueblo, o al buscar con ellas el
dejar en buen lugar el nombre del Regimiento Pirenaico nº 1, de Catalunya, al
parecer puesto muy en duda en el Alto Aragón a causa de aquel cúmulo de historias
negativas.
El
fulminante relevo de la 4ª Compañía del Alpino
La segunda noticia
es del 11 de febrero de 1937, momento en
que la 4º Compañía del Bon. Alpino tenía la oficina de mando en la casilla de Atós, “casilla” era el
nombre que de común se daba entonces a una construcción que servía de almacén a
los peones camineros, en su caso encargados de reparar los caminos y las
carreteras, lugares que durante la guerra reaprovechaban en general los mandos de muchas unidades, Atós
concretamente se situaba en el valle del
río Guarga y el Barraco de Atós tributario de este, y la zona es más conocida
como la Guarguera. Y desde ella, el mismo Peraferrer, vuelve a dirigir una nueva
carta a Benet, en su condición de delegado de la compañía, explicándole las
últimas novedades del frente.
Se queja primero de
no haber recibido contestación alguna a sus últimas misivas. Pero la queja
mayor era que de los 49 pirenaicos que estaban de permiso en Barcelona y que ya
tenían que haber regresado hacía días, solo lo habían hecho 16 hombres.
Imposibilitando con ello el poder dar un permiso a los restantes compañeros que
estaban cubriendo parapetos y trincheras de avanzada en número de 32. Motivo
por el cual volvía a tener conflictos, cuyos detalles enviaba en un sobre
aparte. Para más inri comunicaba a Benet que corrían rumores de que su unidad
debería abandonar aquel frente, cediendo a los que vendrían a relevarles todas las herramientas, el
material de acampada, así como el Parque Móvil.
Y Peraferrer se
queja con amargura que:” nos están sacando a patadas, como a los perros”, ya
que en lugar de darles permiso los sacaban en condiciones y circunstancias
denigrantes para el Regimiento. Según
los mismos rumores la gente que los tenía que substituir estaba acuartelada y
militarizada en Barbastro, y de hacerles el relevo, tendrían que hacerles
entrega de todas las armas que tenían, salvo las particulares. Proveyendo lo
anterior solicitaba a Benet de que le consiguiera una orden para que le entregaran
dos camiones, se supone para poder regresar con ellos a Barcelona. Caso
contrario, que se los enviara directamente desde Barcelona. “Estoy viendo que al
final tendremos que regresar sin equipo y medio perdidos”. Y se despedía
rogando noticias urgentes.
Mientras lo
anterior acaecía, aquel mismo mes de febrero se estaba formando en Caspe el que
tendría que ser el Batallón Cinco Villas, que concluiría formado por 4
compañías, con un total de 479 hombres, más una sección de ametralladoras con
dos máquinas, formada por 75 hombres más, y de complemento una sección de
transmisiones. Enviado al frente, acampó en Ipiés, con puesto de mando en
Casilla de Atós. Cuando la unidad está asentada se designa a Beltrán como
comandante del nuevo batallón, que de aquel modo dejará atrás el “avispero” del
Batallón Alpino. El 11 de septiembre de aquel
mismo año, Beltrán, tras hacerse
miembro del PCE[32], pasará al mando
de la 72ª Brigada Mixta.
La bronca entre el Batallón Alpino y Los Ciervos
Con fecha 9-2-1937
se conservan dos documentos redactados
por la misma persona, en su caso el comisario político del Batallón
Alpino, un tal José Plans, y en ambos aparece el conflicto que están generando Los Ciervos al Batallón Alpino, un
conflicto que el comisario parecer dispuesto a acabar, (el primer documento
escrito en catalán y el segundo en castellano):
“Camarada capitán de la 4ª Compañía.
Salud: la presente sirve para comunicarte lo siguiente: Hace unos cuantos días
que al Centuria llamada “Los Ciervos” insiste en echarnos del Molino Escartín,
hoy cuartel general de nuestro Batallón, las causas que ponen para esa actitud
solo consisten en que ellos fueron los primeros
en llegar a dicho Molino y que lo tienen incautado y que por lo tanto es
suyo.
Como comprenderás se trata de hacer
las cosas por capricho y sin analizar las necesidades de nuestro Batallón, ya
que si nosotros tenemos que abandonar
este lugar se nos hace muy difícil el aprovisionamiento para las
compañías, pues para resolver este
problema esta Comandancia ha pensado una cosa. ¿Qué si ellos no rectifican su actitud
de querer que nuestro Batallón evacue dicho Molino?, nosotros, accederemos a su
capricho, pero al mismo tiempo les cederemos las avanzadillas y si es preciso
incluso el frente.
Esto es lo que comunico para su
conocimiento y de toda la compañía esperando su contestación, José Plans, Sello
de goma, Comisario político del Batallón Alpino”. Nota: (en el margen superior izquierdo de
aquel documento f figura escrito a mano y con lápiz, “Acusado recibo carta 9-2-1937)
El
final del conflicto entre el Batallón
Alpino y Los Ciervos
El mismo día que
el comisario político de la 4ª compañía escribe lo anterior, el problema
subiendo un punto más de tensión, pasó a manos del Comisario del Batallón
Alpino, que de forma radical consigue del mando del sector que autorice el
relevo de la 4ª compañía, aunque no se sabe por parte de quien, y que de aquel
modo aquella compañía regresará a Barcelona.
“Ratificándome con mi último escrito
remitido a esta Compañía refiriéndome a la intransigencia por parte de la
Centuria “Ciervos” la cual pretendía este Molino, hoy se ha efectuado una
reunión del Estado Mayor del sector en la Comandancia de Boltaña para
discutir la circular que dirigí lo mismo
que ha vosotros, y que como aparte de esto también les pedía que se nos
relevara debido al estado de cosas que venían sucediéndose, este relevo me ha
sido concedido en la reunión de hoy, pero ateniéndose a las siguientes
conclusiones:
1ª Nuestra Comandancia que hasta
hoy había sido este Molino (Escartín), pasa a Molino Villobas.
2ª A la mayor brevedad posible, o
sea dentro de unos 10 o 20 días se nos relevara del Batallón, teniendo que
hacer entrega del armamento a los camaradas que nos releven, excluyendo de esto
el armamento de propiedad particular.
Como que por lo antes expresado que dado de baja el Batallón,
todo integrante del mismo al llegar a
Sabadell tendrá libertad completa.
Por supuesto que ya avisaré con
anticipación la fecha exacta de nuestra partida como también de la manera que
esta se tiene que efectuar. Espero que mientras tanto llegue ese día, ningún
camarada que pertenezca a esta Compañía se dará de baja por ningún motivo fútil,
o sea que espera conscientemente y
estará en su puesto hasta que llegue la hora de marchar, cosa esta que
ruego se cumpla y quedaré completamente
agradecido, pues tengo palabra dada que no se abandonará el frente hasta que no
nos llegue el relevo.
Esperando que todo lo que comunico
lo hará público a todos los camaradas que componen la compañía, me despido de
Ud. Suyo y en la causa. Comisario Político del Batallón, José Plans. Molino
Escartín[33], 9-2-1937”.
De la carta
anterior se desprenden varias cuestiones. La primera es que el conflicto con Los Ciervos, por un simple: “quítate tú,
que me pongo yo”, no se ha solucionado, más bien al contrario, ha provocado que
la 4ª compañía abandone definitivamente aquel frente, dando libertad a algunos
de sus miembros, en concreto a los de Sabadell, para que cuando lleguen a
Barcelona, decidan qué hacer con sus vidas?? Debemos pensar que en aquellos
días se estaban preparando en secreto lo que después serán los Hechos de Mayo
barceloneses, y que por parte de los nacionalistas había un cierto interés en
participar en ellos, con la intención de aplastar a la CNT, y cierto fue que
los pirenaicos de Benet, junto con el PSUC se enfrentaron a la CNT y al POUM, y
su cuartel se amotinó[34].
La segunda es la
penosa debilidad mostrada por el Estado Mayor y la propia Comandancia al no
poner punto final a aquel tipo de actitudes infantilistas, por unos supuestos
derechos de posesión de un Molino, y más aún por parte de un grupo que se
supone que era anarquista.
A destacar que a
partir de entonces el ´Batallón Alpino quedó borrado de la historia, al desaparecer
su rastro. De aquel modo, durante su corta vida, paso por situarse primero Aso y Nerín, al
oeste de Broto, para acabar cubriendo línea a lo largo de la ribera del río Guarga,
hasta su total desaparición en una fecha
indefinida.
El 2º Batallón del Regimiento Pirenaico, nº 1
de Cataluña llega a Aragón
Finalmente, entre el día 9 y 10 de marzo de 1937, procedentes de
Barcelona, llegó a Aragón el 2º Batallón del Regimiento Pirenaico, muy
probablemente en substitución del desaparecido Batallón Alpino, que hasta
entonces había representado a aquella unidad catalana en aquel frente.
De aquel modo aquel batallón formado por 4 compañías fue destinado
a cubrir la estratégica carretera de Broto a Gavín, ocupando sus compañías
posiciones respectivamente en los
pueblos de Yesero, Linas de Broto, Viu y Frajen. La primera compañía al mando de Salvador Galobardes, la
segunda mandada por Francisco Millet[35], la tercera por Leandro Pons y la tercera por Roger Rodés.
En cuanto a hombres, el sector ha perdido unos cuantos con los
relevos, porque frente a los 650 hombres que tenía el primitivo Batallón
Alpino, a partir de ahora desaparecido, el 2º Batallón recién llegado solo trae
340, pérdida humana que se debió compensar en cierto modo con los 470 hombres
del recién creado Batallón Cinco Villas.
Tal vez por ello se decidió en Barcelona el envió en junio de 1937 del
1º Batallón del Regimiento Pirenaico, hasta entonces de guarnición en Figueras.
Pero la sorpresa fue mayúscula ya que de los 465 hombres que habían marchado al
Pirineo catalán en octubre de 1936, solo quedaban 203 hombres, Es decir, aquel
batallón se había “adelgazado”, en dos compañías justas. En resumen las
Milicias Pirenaicas, que alardeaban de tener 2.000 hombres, en realidad solo eran 543,
a los que habría que sumar los 163 de su compañía de esquís, que llegarán a Aragón
un tiempo más tarde. En resumen una ruina. Dentro de aquella reorganización, los dos “batallones pirenaicos, en principio
quedaron enrolados en la 130 Brigada Mixta, pasando por ello a formar parte de su plantilla el 15 de junio
de 1937, cuyos 4 batallones ya contaban con un total de 1651 hombres.
A modo de resumen, habrá que reconocer que el frente del alto
Aragón era un hervidero de gente que entraba y salía a su conveniencia, tal
como se acabó de producir cuando muchos de aquellos catalanes acabaron pidiendo
su baja, al constituirse las Brigadas Mixtas, pero con la excusa de enrolarse
en otras nueva unidad pirenaica, que se estaba creando en Barcelona, llamada la
Vasco-Catalana[36], en la cual se volverán a recrear las Milicias Pirenaicas con
igual resultado; ninguno.
[1] R.
Ferrerons y A. Gascón, El Esquinazau, perfil de un luchador,
Zaragoza, 1981.
[2] Aquella
conversación, junto con otras más, está recogida en un CD, donado por el autor
al Museo de Bielsa el pasado año.
[3] Agustín
Guillamón, Los Comités de Defensa de la CNT en Barcelona
(1933-1938), Barcelona, 2011.
[4] Agustín
Guillamón, La pequeña historia. Memorias de un anarquista barcelonés de
1936 a 1975, Barcelona, 2019.
[5] Ver
biografía en: http://dbe.rah.es/biografias/96621/julian-mur-villacampa
[6] Probablemente Antonio Used Cerezuela, ejecutado en Barbastro el 31 de agosto de
1940 a los 51 años. Causa
general, Huesca. Testimonio del comandante capellán José Sanchón
Lacambra.
[7] Testimonio
de Hilario Borau al autor
[8] Ídem.
[9]A. Gascón,
“La centuria de los Saltamontes, en el origen en el origen de la 130ª. Brigada Mixta”. http://www.sbhac.net/Republica/Fuerzas/EPR/EprK/Saltamontes.pdf
[10] Carpetilla
en la que figura escrito a lápiz, sucesivamente toda su transición; Milicias
Alpinas, Milicies Pirinenques, Regimiento Pirenaico, nº 1 de Cataluña.
PS.-Barcelona-Generalitat,335-9
[11] Fondo
Reinal Benet, donación Museo de Bielsa.
[12] Ver
biografía en: http://dbe.rah.es/biografias/93445/juan-lacasa-lardies
[13] F.
Escribano, et allí, Guerra civil Aragón II, Imágenes, Zaragoza,
2005, p. 46.
[14] A.
Gascón, La bolsa de Bielsa. El final de la República en Aragón, Huesca,
2005. p. 31
[15] Reinal
Benet, hijo de José María Benet, jefe de las Milicias Pirenaicas.
[16] F.
Escribano, et allí, Guerra civil Aragón II, Imágenes, Zaragoza,
2005, p. 110-113.
[17] Bonos.
Varios, Archivo Reinal Benet, donación, Museo de Bielsa.
[18] A.
Gascón, El Complot de 'Estat Catalá contra Companys. Ver: https://serhistorico.net/2019/11/09/el-complot-de-estat-catala-contra-companys-antonio-gascon-ricao/
[19] La
Vanguardia, 25 de agosto de 1936, 30 de agosto de 1936 y 25 septiembre de
1936, la primera expedición 70, y la última 105. Hoy en día se ha “engordado”
la historia, en beneficio del tema local, pero sin más referencias que la
buena fe. https://www.isabadell.cat/sabadell/historia-de-sabadell-els-primers-compassos-de-la-guerra-civil-1936/.
[20] El capitán de Estado Mayor, Pascual
Miñana de Concepción, jefe en aquel momento de Estado Mayor en la Agrupación
Alpina, era al igual que Escassi Cerrada, que más tarde sería jefe de la 43ª
División, un militar profesional, capitán y comandante respectivamente, que
quedaron en Barbastro, al formar parte de los mandos de la media Brigada de
Montaña mandada por el coronel Villalva. Durante los primeros días, Pascual
Miñana fue asesor militar de las columnas milicianas que asediaban Huesca y de
allí fue traslado a la Agrupación Alpina. Al formarse el X Cuerpo de
Ejército, primero al mando de José González Morales, substituido más tarde por
Miguel Gallo, Miñana pasó a ser jefe del Estado Mayor del X CE, y desde aquel
puesto, trabajó como agente nacional de Información, estuvo pasando informes a
los rebeldes sobre el frente de Aragón en general, y del Pirineo muy en
particular. Destinado más tarde al XVIIº CE se pasó definitivamente a los
fascistas en marzo de 1938.
[21] Plan
de organización del Regimiento Pirenaico nº 1, marzo de 1937. Inventari del
Fons FP, Subsèrie José Luis Infiesta Pérez, en la Biblioteca del Pavelló de la
República de la Universitat de Barcelona.
[22] El
primer trabajo donde se habla de dicha unidad es el de José Luis Alcofar Nassaes (1921-2006), pseudónimo de José Luís
Infiesta Pérez. De profesión médico que se dedicó a la investigación
histórica en sus ratos libres, y
el trabajo donde aparece: “Las tropas de montaña republicanas en los primeros
meses de la Guerra Civil”, pp. 461-484, Comissió d´homenatge a Josep
Benet i Morell, en Miscel´lànea d´homenatge a Josep Benet,
Publicacions de l´Ábadía de Montserrat, S.A., Barcelona, 1991; y el segundo es
el de Herminio Lafoz Rabaza, El pueblo en armas. De las milicias a la
53 División, Huesca, 2018.
[23] Fondo
Reinal Benet, Museo de Bielsa.
[24] José María Maldonado, El frente
de Aragón: la Guerra Civil en Aragón (1936-1938); 2007, p. 137.
[25] Causa
General, Archivo Histórico Nacional.
[26] La
experiencia la vivió el autor en 1975, en el Archivo Histórico Militar de
Madrid, de la calle Mártires de Alcalá de Madrid, dentro de su apartado Guerra
Civil.
[27] La Bolsa
de Bielsa, el final de la República a l’Aragó, Espai Antoni Miró
Peris, Taller d’Historia del Clot –Camp de l’Arpa, del 1 al 23 de decembre
2011.
[28] Antonio
Casaus Santamaria, Recuerdos del Abuelo, Recuerdos de un exilio
vivido y narrado, Barcelona, 2010, inédito, y donado al Museo de Bielsa.
[29] Óp.
Cit., sin paginar.
[30] Estanislau
Torres, La Bossa de Bielsa, Barcelona, 1977, p.65, el resto del
testimonio abarca las pags. 55-69.
[31] J. de
Ramón i Vidal, El Regiment Pirinec núm 1 de Catalunya, Barcelona,
2004, p. 149-150.
32] Testimonio
de Elena Legaz.
[33] Para
conocer la historia de aquel molino ver: “Clausura
trabajos Cementerio Militar Molino Escartín”: http://republicahuesca.blogspot.com/2014/12/clausura-trabajos-cementerio-militar.html
[34] Agustín
Guillamón, Insurrección. Las sangrientas Jornadas del 3 al 7 de mayo
del 1937, Barcelona, 2017.
[35] En la
página de Memoria Histórica de Aragón aparece una relación encabezada por el
siguiente detalle: “130ª Brigada Mixta. Fuerzas agregadas, (Brigada en
Organización. 2º Batallón. 3ª Compañía). Junio 1937, Posiblemente se
trate de Pirenencs nº 1”. Y como es habitual en la página, sin que
figure de donde ha salido la información. Pero si,
confirmamos que se trata del 2º Batallón. Y por ello
justamente se inicia con el capitán Millet, pero personaje que no mandaba la 3ª
Compañía, sino que mandaba la 2ª Compañía. Y sí aquel Batallón pertenecía al
Regimiento Pirenaico nº 1 de Cataluña. Ver en: https://www.armharagon.com/combatientes-ejercito-popular-de-la-republica/
[36] A. Gascón. Nacionalistas
vascos y catalanes en la guerra civil española.
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